Hay historias que empiezan con un nombre y otras que empiezan con un sueño.
Kikó Nalli es ambas cosas.
Nació Ilio Cristian Maria Nalli, pero en la familia, al ser el menor, todos le llamaban Chicco. Un nombre cariñoso y sencillo que trae consigo la calidez del hogar. Pero dentro de él hay algo especial: una pasión que late fuerte en su corazón.
Aunque su padre es empresario con una carnicería en Sabaudia y su madre regenta un balneario, él ya tiene claro cuál es su destino: quiere ser peluquero. Pero no porque sea un trabajo. Para él es arte, es emoción, es la manera en la que logra expresar quién es realmente.
Sin embargo, la vida pronto le presenta una prueba muy difícil. Con tan solo 13 años perdió a su padre, su ídolo. Un hombre fuerte, un referente, un ejemplo de entrega y valores.
Aunque su presencia física falta, las enseñanzas de su padre siguen vivas en todo lo que Kikó hace. Coraje, determinación, respeto por el trabajo y por las personas: todo lo que es hoy se lo debe también a él.
A los 11 años cogió sus primeras tijeras y comenzó a cortarle el pelo a su madre. Es el primer paso de una historia de amor que nunca terminará. No con una persona, sino con el cabello de la gente.
Porque para Kikó el cabello no es sólo una parte del cuerpo. Son memoria, identidad, transformación. Son un espejo de quiénes somos y quiénes queremos llegar a ser. A través de sus manos, no sólo corta o peina: cuenta historias, crea emociones, cambia vidas.
Sin embargo, la vida pronto le presenta una prueba muy difícil. Con tan solo 13 años perdió a su padre, su ídolo. Un hombre fuerte, un referente, un ejemplo de entrega y valores.
Aunque su presencia física falta, las enseñanzas de su padre siguen vivas en todo lo que Kikó hace. Coraje, determinación, respeto por el trabajo y por las personas: todo lo que es hoy se lo debe también a él.
A los 11 años cogió sus primeras tijeras y comenzó a cortarle el pelo a su madre. Es el primer paso de una historia de amor que nunca terminará. No con una persona, sino con el cabello de la gente.
Porque para Kikó el cabello no es sólo una parte del cuerpo. Son memoria, identidad, transformación. Son un espejo de quiénes somos y quiénes queremos llegar a ser. A través de sus manos, no sólo corta o peina: cuenta historias, crea emociones, cambia vidas.
A los 14 años empezó a trabajar, aprendió el oficio, aprendió todo lo que pudo. Su talento es evidente y su determinación inquebrantable. Abrió un salón cuando aún era menor de edad, pero como no pudo registrarlo a su nombre, lo registró a nombre de su madre. En el papel es sólo un empleado, pero en realidad es el corazón palpitante de ese lugar. En poco tiempo la tienda se llena. La gente no viene sólo por un corte de pelo, viene por él.
Mientras tanto, en toda Sabaudia le llaman Chicco, pero él siente que su nombre debe evolucionar, como él. Decide transformarlo: cambia la “c” por una “k”, añade un acento para darle un toque francés. Nace Kikó. Algunos podrían pensar que se inspiró en una marca conocida, pero ésta ha sido su identidad durante más de 40 años.
Después de Sabaudia llega Latina, luego Riccione, donde el mundo nocturno comienza a buscarlo. Desde allí, su talento lo lleva a la Costa Esmeralda, Milán, Roma. Allá donde va, deja su huella. Pero Kikó no sólo quiere tener éxito. Quiere enseñar, transmitir, compartir lo aprendido.
Abre una columna en las redes sociales dedicada al cuidado del cabello con ingredientes naturales, una idea que conquista al público y le lleva a conseguir dos objetivos muy importantes.
Se convierte en uno de los protagonistas de “Detto Fatto” en Rai, donde no se limita a cortar el cabello, sino que regala emociones. Con sus tijeras no solo da forma al cabello, transforma a las mujeres, las ayuda a redescubrirse, a sentirse más bellas y seguras de sí mismas.
Mientras tanto, creó una línea de productos profesionales para el cuidado del cabello, fruto de años de experiencia e investigación. En poco tiempo, sus productos conquistan los mejores salones de todo el mundo.
Escribe un libro sobre recetas para el cabello, porque el cabello no sólo debe ser peinado, sino nutrido, mimado, amado. Es un acierto, porque habla de lo que mejor sabe hacer: la belleza como acto de cuidado y respeto hacia uno mismo.
Hoy es el creador y estrella de la serie “Live Advisor” en Prime Video, seguida por millones de espectadores. Su talento sigue viajando: es llamado para consultoría en los mejores salones de Suiza y enseña en las más prestigiosas academias europeas.
Y ahora, después de más de dos años de estudio y 36 pruebas, nace Kikòcco, un producto que engloba toda su experiencia y pasión.
Una idea perfeccionada con el tiempo, hasta llegar a la fórmula ideal.
Pero la historia de amor más larga es la del cabello de la gente.
No importa cuántos éxitos consigas, cuántos salones visites, cuántas innovaciones crees. Su conexión más profunda es con el cabello de las personas.
Porque cada corte es un nuevo comienzo.
Porque cada color es una transformación.
Porque cada cabello que acaricia con sus manos cuenta una historia.
Y esta historia de amor ha durado 43 años.
Un vínculo que nunca terminará.
Marco, un amigo que lo conoce desde siempre.
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